La economía es poder, o el poder es
económico, lo mismo da, puesto que ambas premisas se mantienen en el
imaginario colectivo mediante el miedo y el silencio. Mediante el
miedo a la violencia o el silencio frente a ésta, es decir, mediante
su ejercicio. Hoy, el monopolio de este poder económico, y por tanto
de su capacidad represora, es tan grande , que la violencia que lo
legitima y mantiene se ejerce en múltiples direcciones, hacia
diversos lugares y no hacia la disidencia de forma concreta. El
ataque, que se desarrolla a lo largo de los años con intención de
minar poco a poco la confianza de los individuos y proporcionar al
poder ese miedo y silencio tan necesario, se perpetra de forma
general, desarmando y dividiendo a todos los objetivos, modelando sus
juicios, sus opiniones y sus necesidades, oponiendo unxs a otrxs y
logrando así evitar un probable frente común. El poder así
dirigido no distingue ni siquiera entre lxs más leales de sus
seguidores, puesto que tras años de funcionamiento, la inercia es
tan fuerte que arrastra sin miramientos a todo aquel que no este bien
despiertx, e incluso así. De este modo, además de lograr la
división del Poder popular en potencia, logra difuminar el ataque, e
invisibilizar su estrategia.
La Estrategia es la de convencernos de lo que se ha expuesto hasta ahora, de la relación directa entre PODER y ECONOMÍA. Y una vez aceptada, estamos completamente vendidxs. Cuando le hemos otorgado a la economía, al dinero, a la posesión única y personal, la propiedad, al consumo desmedido y yonqui, a la satisfacción inmediata del deseo y a la depredación del mundo y sus seres por la obtención o ejecución de cualquiera de estos motivos, el valor principal de nuestras vidas, entonces, hemos aceptado el juego. Como zombis obedientes, hemos aceptado e interiorizado durante siglos la verdad que el poder nos ha proporcionado, y presuntuosamente la hemos incluido dentro de nuestro superficial sistema de valores como algo propio y natural. Hemos aceptado la obtención de poder económico a cualquier precio, y junto a esta todos los elementos de violencia que el poder proporciona para asegurarse.
La Estrategia es la de convencernos de lo que se ha expuesto hasta ahora, de la relación directa entre PODER y ECONOMÍA. Y una vez aceptada, estamos completamente vendidxs. Cuando le hemos otorgado a la economía, al dinero, a la posesión única y personal, la propiedad, al consumo desmedido y yonqui, a la satisfacción inmediata del deseo y a la depredación del mundo y sus seres por la obtención o ejecución de cualquiera de estos motivos, el valor principal de nuestras vidas, entonces, hemos aceptado el juego. Como zombis obedientes, hemos aceptado e interiorizado durante siglos la verdad que el poder nos ha proporcionado, y presuntuosamente la hemos incluido dentro de nuestro superficial sistema de valores como algo propio y natural. Hemos aceptado la obtención de poder económico a cualquier precio, y junto a esta todos los elementos de violencia que el poder proporciona para asegurarse.
El poder económico sólo es empleable
cuando la economía se sitúa como centro gravitacional de todas las
facetas de la vida, de todas sus acciones y manifestaciones, desde
las relaciones entre lxs trabajadorxs, las de éstxs con sus
superiores, las de lxs superiores con lxs clientes y proveedores, las
de lxs clientes y proveedores con sus parejas o hijxs... al margen de
las necesidades elementales para la supervivencia, por otra parte
verdadero feudo de control y reproducción del poder, puesto que el
acceso a estas también se encuentra dominado por la faceta
económica, que como un virus se propaga y rebasa estas fronteras
mediante los medios publicitarios, las modas y costumbres y en
definitiva la maquinaria de camuflaje represivo articulada entorno a
los lemas no declarados de “No queremos distintxs” y “todo
vale”. Mientras aceptamos esta lógica del beneficio económico y
aceptamos encantados, maravillados y con una feliz sonrisa idiota el
poder viajar en lowcost, comprar los económicos productos de la
industria de bajo coste, pagar logos y marcas de prendas elaboradas
en explotaciones humanas afincadas en países pobres o aceptar los
suculentos intereses ofrecidos sobre nuestros ahorros, obtenidos
entre otros no menos loables modos, gracias al comercio de armas y a
la financiación de la guerra y la muerte, y no seamos conscientes de
lo que el disfrute de estas “ventajas económicas” supone para
nuestrxs semejantes, la dinámica del poder continuará
desarrollándose con la ayuda de todxs nosotrxs, y afectándonos cada
vez de modo más perceptible, reduciendo el número de beneficiadxs,
obligando cada vez a mas personas a vivir oscilando entre la
inseguridad del trabajo en precario y el paro, y disminuyendo la
minoría capaz de controlar la inmensa maquinaria, si no es que esta
ya anda fuera de control. En tanto lxs débiles tengmos un cierto
poder económico, aunque éste no aporte seguridad real, pero si
capacidad de ejercer su parte de dominio sobre lxs demás,
permaneciendo en posiciones individuales frente al bien colectivo de
lo común, con la falsa idea de conservar nuestro nivel de vida y no
tener necesidad de preocuparse por el mundo a nuestro alrededor, como
si éste no existiera, el poder, los poderosos, continuarán
disponiendo el tablero de juego, y con ello disponiendo de nuestras
vidas a su antojo mediante los sutiles instrumentos de opresión
violenta y financieroeconómica.
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