miércoles, 29 de febrero de 2012

PODER Y ECONOMÍA.


La economía es poder, o el poder es económico, lo mismo da, puesto que ambas premisas se mantienen en el imaginario colectivo mediante el miedo y el silencio. Mediante el miedo a la violencia o el silencio frente a ésta, es decir, mediante su ejercicio. Hoy, el monopolio de este poder económico, y por tanto de su capacidad represora, es tan grande , que la violencia que lo legitima y mantiene se ejerce en múltiples direcciones, hacia diversos lugares y no hacia la disidencia de forma concreta. El ataque, que se desarrolla a lo largo de los años con intención de minar poco a poco la confianza de los individuos y proporcionar al poder ese miedo y silencio tan necesario, se perpetra de forma general, desarmando y dividiendo a todos los objetivos, modelando sus juicios, sus opiniones y sus necesidades, oponiendo unxs a otrxs y logrando así evitar un probable frente común. El poder así dirigido no distingue ni siquiera entre lxs más leales de sus seguidores, puesto que tras años de funcionamiento, la inercia es tan fuerte que arrastra sin miramientos a todo aquel que no este bien despiertx, e incluso así. De este modo, además de lograr la división del Poder popular en potencia, logra difuminar el ataque, e invisibilizar su estrategia.
La Estrategia es la de convencernos de lo que se ha expuesto hasta ahora, de la relación directa entre PODER y ECONOMÍA. Y una vez aceptada, estamos completamente vendidxs. Cuando le hemos otorgado a la economía, al dinero, a la posesión única y personal, la propiedad, al consumo desmedido y yonqui, a la satisfacción inmediata del deseo y a la depredación del mundo y sus seres por la obtención o ejecución de cualquiera de estos motivos, el valor principal de nuestras vidas, entonces, hemos aceptado el juego. Como zombis obedientes, hemos aceptado e interiorizado durante siglos la verdad que el poder nos ha proporcionado, y presuntuosamente la hemos incluido dentro de nuestro superficial sistema de valores como algo propio y natural. Hemos aceptado la obtención de poder económico a cualquier precio, y junto a esta todos los elementos de violencia que el poder proporciona para asegurarse.

El poder económico sólo es empleable cuando la economía se sitúa como centro gravitacional de todas las facetas de la vida, de todas sus acciones y manifestaciones, desde las relaciones entre lxs trabajadorxs, las de éstxs con sus superiores, las de lxs superiores con lxs clientes y proveedores, las de lxs clientes y proveedores con sus parejas o hijxs... al margen de las necesidades elementales para la supervivencia, por otra parte verdadero feudo de control y reproducción del poder, puesto que el acceso a estas también se encuentra dominado por la faceta económica, que como un virus se propaga y rebasa estas fronteras mediante los medios publicitarios, las modas y costumbres y en definitiva la maquinaria de camuflaje represivo articulada entorno a los lemas no declarados de “No queremos distintxs” y “todo vale”. Mientras aceptamos esta lógica del beneficio económico y aceptamos encantados, maravillados y con una feliz sonrisa idiota el poder viajar en lowcost, comprar los económicos productos de la industria de bajo coste, pagar logos y marcas de prendas elaboradas en explotaciones humanas afincadas en países pobres o aceptar los suculentos intereses ofrecidos sobre nuestros ahorros, obtenidos entre otros no menos loables modos, gracias al comercio de armas y a la financiación de la guerra y la muerte, y no seamos conscientes de lo que el disfrute de estas “ventajas económicas” supone para nuestrxs semejantes, la dinámica del poder continuará desarrollándose con la ayuda de todxs nosotrxs, y afectándonos cada vez de modo más perceptible, reduciendo el número de beneficiadxs, obligando cada vez a mas personas a vivir oscilando entre la inseguridad del trabajo en precario y el paro, y disminuyendo la minoría capaz de controlar la inmensa maquinaria, si no es que esta ya anda fuera de control. En tanto lxs débiles tengmos un cierto poder económico, aunque éste no aporte seguridad real, pero si capacidad de ejercer su parte de dominio sobre lxs demás, permaneciendo en posiciones individuales frente al bien colectivo de lo común, con la falsa idea de conservar nuestro nivel de vida y no tener necesidad de preocuparse por el mundo a nuestro alrededor, como si éste no existiera, el poder, los poderosos, continuarán disponiendo el tablero de juego, y con ello disponiendo de nuestras vidas a su antojo mediante los sutiles instrumentos de opresión violenta y financieroeconómica.


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